El mundo, gracias a una transferencia de información científica sin precedentes, se mueve como nunca en una carrera contra el reloj no sólo para encontrar la vacuna contra el COVID-19 sino para encontrar curas efectivas. Hacemos énfasis en que al día de hoy no existe vacuna (y no se espera que antes de 12 meses esté disponible una) ni tampoco hay un tratamiento efectivo y listo para ser ampliamente usado.
Existen una serie de ensayos clínicos que arrojan un rayo esperanzador sobre la crisis con la que nos vemos enfrentados actualmente. Las tres primeras alternativas a continuación son investigadas por el estudio Solidaridad, en el que participan 10 países.
Cloroquina
Se trata de la cloroquina, el tratamiento contra la malaria. Esta opción está ganando terreno dentro de la comunidad médica pues se cree que podría funcionar contrarrestando infecciones provocadas por SARS-CoV-2, el COVID-19.
Se han llevado a cabo diferentes estudios clínicos a pequeña escala, mostrando resultados alentadores que logran cortar el curso de la enfermedad. Hay gran motivación por parte de la comunidad médica y científica para realizar ensayos a escalas mayores, con relevancia significativa para poder comprobar los efectos de la cloroquina.
Aunque existe una gran diferencia en cuanto a lo que sucede en las células dentro de un laboratorio y lo que sucede en el cuerpo humano, pues el fármaco en grandes dosis podrías causar daños significativos (bajo ninguna circunstancia debe proscribirse aun y mucho menos automedicarse, ya hay casos de intoxicación), los ensayos a gran escala serán cruciales para asegurar la efectividad y confiabilidad como tratamiento.
En Tailandia se espera que a través de ensayos con diferentes combinaciones, teniendo principalmente a la cloroquina como aliada, se puede encontrar una solución efectiva contra el COVID-19.